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El ser humano está obsesionado por descifrar todo lo que lo rodea. Durante siglos, la física se ha encargado de explicar el comportamiento de la materia. Pero, a pesar de todos sus esfuerzos, existen muchos fenómenos que ésta no ha logrado descifrar.
La luz, por ejemplo, es uno de estos fenómenos. Newton pensaba que la luz estaba formada por partículas. Sin embargo, su teoría es inválida, ya que, de ser así, si dos haces de luz chocaran, las partículas que chocasen saldrían volando en diferentes direcciones. Esto no pasa.
Posteriormente se llegó a la conclusión de que la luz en realidad era una onda de energía. Esta onda, al viajar en diferentes frecuencias y rebotar en diferentes direcciones, genera la percepción de sombras y colores. Sin embargo, la luz también transfiere energía a otras partículas en forma de «quanta» (por ejemplo, el metal se calienta con la incidencia de la luz), comportamiento típico de una partícula.
Con tantas incógnitas por resolver, aparece la teoría de cuerdas con una nueva propuesta que abarca no sólo la luz, sino todo fenómeno en el universo: Ésta plantea que todas las partículas elementales son en realidad «cuerdas» que oscilan en diferentes frecuencias y de diferente manera. Un tipo de oscilación provocará que la cuerda sea apreciada como, por ejemplo, un protón; mientras que otro inducirá la generación de un fotón. La velocidad y amplitud de las frecuencias darán lugar a conceptos como peso o espacio.
De acuerdo a la teoría de cuerdas, todo el universo está generado por un solo elemento: cuerdas que oscilan en diferente manera. La aspiración principal de esta teoría es poder llegar a explicar el funcionamiento del universo en su totalidad.
Fuente: National Geographic