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Un buen gerente de una empresa ya no es el que mantiene el control, sino el que motiva la felicidad del empleado y ofrece flexibilidad.
Tomemos un ejemplo, las reuniones de trabajo, a lo largo del siglo XX fueron necesarias para que los principales responsables, jefes de departamento o altos directivos estuvieran juntos en un lugar y hora, se les convocaba a todos a un lugar determinado y se organizaban viajes por carretera, ferrocarril, mar o aire. Para los últimos años,la opción de comunicación ha sido ampliamente usada para tal fin, pero los viejos hábitos tardan en morir y no todas las consideraciones ambientales podrían prevenir que la mayoría de las empresas inviten a sus líderes alrededor del mundo a reunirse en una sala de juntas o centro de conferencias.
Esto me lleva a citar la situación que se presentó el pasado mes de abril de 2010 cuando estalló el volcán en Islandia. El envío de las nubes de cenizas ondeando por todo el espacio aéreo europeo, provocó varias semanas de caos para la aviación civil; de pronto la demanda de videoconferencia despegó de forma que los aviones no pudieron.
Y ¿adivinen qué? La gente descubrió que funcionaba tan bien como si estuvieran reunidos cara a cara, por no mencionar el ahorro de tiempo, molestias y dinero.
La tecnología ha cambiado la gestión
La tecnología moderna ha cambiado muchos aspectos de la gestión del día a día también. La telefonía móvil significa que un gerente de ventas puede mantenerse en contacto permanente con sus equipos de ventas muy dispersos, mientras que los sistemas GPS permiten que los centros de servicios puedan seguir el progreso de los ingenieros y los equipos de mantenimiento, y permiten a los administradores controlar el movimiento de sus empleados móviles y productos.
Frente a este imperativo estratégico –proporcionar el trabajo a las personas y no al revés- el trabajo del gerente se torna aún más importante. Lo que no ha cambiado es el hecho de que mientras las personas se unan a organizaciones, casi siempre existirán supervisores. La vida diaria como empleado aún se rige en gran medida por la persona o personas a las que se les informa. Si esa persona intenta controlarte o intimidarte es sólo cuestión de tiempo para empezar a buscar trabajo en otra parte. En cambio, si te tratan con consideración, te reconocen y recompensan tus éxitos, esto te ayudará a ser más productivo, aumentando así el valor de su propio mercado, y es más no sólo quieres quedarte, sino laborar aún mejor.
Con demasiada frecuencia en el pasado, la gente fue promovida a puestos de dirección dependiendo de los años de servicio o la han promovido en virtud de su personalidad asertiva que, en el peor de los casos, éstos han sido los más hábiles aduladores.
Estas rutas son más propensas a expulsar de sus filas al mejor talento. Por el contrario, la cualidad más necesaria del gerente moderno es la capacidad de empatía -gracias a Myers-Briggs y otras técnicas psicométricas-, esto no es tan difícil de identificar.
Una vez identificados, los gerentes adecuados se les debe proporcionar el conocimiento necesario: recibir todo el apoyo y la formación que necesitan para sacar lo mejor de las personas que dependen de ellos. Por último, deben ser recompensados de acuerdo a los resultados que sus equipos logren.
Las empresas modernas realmente dependen de su capital humano, para sacar el máximo partido de ellos, por eso, necesitamos los mejores gestores que podemos encontrar.
La autora es Directora General de Regus en México.
Fuente: Entrepreneur