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El señor y la señora Frugalwoods ahorran hasta 70% de sus ingresos, están prácticamente libres de deudas y tienen un ambicioso plan de retiro. Conócelo.
Por Lauren Gensler
¿Qué haces cuando estás harto de tu trabajo y vives sólo por el fin de semana?
Si fueras parte de esta joven pareja de Boston, decidirías ahorrar más de dos tercios de tus ingresos para poder retirarte una casa en el bosque de Vermont antes de cumplir 35 años.
Conozcan al señor y la señora Frugalwoods, un ingeniero informático y una gerente de comunicaciones, respectivamente. El año pasado decidieron que habían tenido suficiente rutina de 9 a 5 encerrados en cubículos de oficina bajo luces artificiales. Ese estilo de vida los había drenado y frustrado, dejado con poca energía y creatividad para cultivar sus intereses y emprender los proyectos que habían soñado.
También significaba que estos amantes del aire puro sólo podían ir de excursión los fines de semana.
Así que se comprometieron a ahorrar tanto dinero como les fuera posible y retirarse en 2017, a sus 33 años. (Ellos bloguean sobre sus triunfos y tribulaciones en Frugalwoods.com, usando el alias de Señor y señora Frugalwoods para no alertar a sus empleadores sobre su plan de jubilación anticipada.)
La pareja se conoció en su primer año en la Universidad de Kansas, de la que se graduaron en 2006 con una deuda de préstamos estudiantiles que ascendía a cero dólares, algo que, enfatizan, no habría sido posible en una universidad fuera del estado. Sus padres les ayudaron a pagar la escuela y ambos trabajaban en el campus para ayudar a cubrir sus gastos de manutención. El sr. Frugalwoods trabajó en el museo de arte de la escuela como fotógrafo y la señora Frugalwoods era tutora en el centro de escritura del campus.
Después de su graduación, comenzaron sus respectivas carreras y comenzaron a ganar bien. Se instalaron en el bello Cambridge, Massachusetts, y compraron una casa de cuatro recámaras a poca distancia de la Universidad de Harvard y el MIT.
Fue entonces que se dieron cuenta de que habían logrado exactamente lo que se habían propuesto, pero no estaban satisfechos. Estaban estresados y trabajaban hasta altas horas de la noche para conseguir salarios de los que gastaban muy poco.
Sólo hizo falta una conversación de la pareja para que decidiera que quería algo diferente para sus vidas, y rápido. Comenzaron a esbozar un plan de austeridad extrema que les permitiría jubilarse durante sus treintas. Empezaron por desechar sus planes de cenar fuera esa noche.
“Fue una especie de punto de inflexión”, dice el sr. Frugalwoods. “No fuimos a cenar esa noche, ni la noche siguiente. De hecho no cenamos fuera durante el año siguiente.”
Los Frugalwoods no comenzaron en terreno negativo, ni siquiera empezaron de cero. Ellos nunca tuvieron ninguna deuda de préstamos estudiantiles, préstamo automotriz o con una tarjeta de crédito. Están sanos y han sido lo suficientemente saludables como para evitar gastos médicos mayores. También están bien educados (ambos tienen títulos de licenciatura y la señora Frugalwoods tiene una maestría), tienen dos ingresos y decidieron no tener hijos enseguida.
“No somos banqueros de inversión, pero es innegable que ganamos bien y hemos manejado nuestras carreras con mucho cuidado”, dice el sr. Frugalwoods. “Por otro lado, hemos optimizado los gastos.”
Como se puede ver desde el seudónimo que han elegido para sí mismos, los Frugalwoods han adoptado plenamente el estilo de vida frugal [fru·gal: (Del lat. frugālis). 1. adj. Parco en comer y beber. 2. adj. Dicho de una cosa: En que esa parquedad se manifiesta.]. Ellos se presentan a sí mismos como hippies totales y “bichos raros frugales”.
¿Cómo se convirtieron en bichos raros frugales?
La pareja siempre ha sido una especie frugal, y está orgullosa de serlo. El año pasado, sus gastos ascendieron a sólo 13,000 dólares (sin incluir su hipoteca) y logaron ahorrar un asombroso 71% de sus ingresos.
“Llegamos allí enfocándonos en todo”, dice la señora Frugalwoods. “Ningún gasto es seguro.”
En años anteriores, han ahorrado más de 60% de sus ingresos sin siquiera sudar. El año pasado, sin embargo, al ver sus metas tempraneras de jubilación a la vista, comenzaron a recortar aún más sus gastos. “La única manera de averiguar lo que era realmente necesario para ser felices y lo que es superfluo es eliminar cosas y luego reevaluar”, dice el sr. Frugalwoods.
¿Cómo lo hicieron? Para empezar, son ferozmente independientes. “La mayoría de las cosas por las que la gente pagaría a alguien, las hacemos nosotros mismos”, dice la señora Frugalwoods. Han conquistado una gran cantidad de las tareas típicas que puedes encontrar en un hogar autosuficiente, ellos hacen todo: cocinan, limpian y dan mantenimiento a su hogar.
Sin embargo, dejarlo allí sería un eufemismo. Cenaron fuera sólo dos veces el año pasado. Descubrieron que la madera de una ventana exterior se estaba pudriendo y descubrieron la manera de reemplazar la ventana entera ellos mismos, una tarea hercúlea que les ahorró cientos de dólares. La señora Frugalwoods permite que su marido le corte el cabello, también.
“La primera vez que me pidió que le cortara el pelo, dije ‘¿de verdad quieres que haga eso?’”, recuerda el sr. Frugalwoods. Vieron algunos videos de YouTube y pusieron su aprendizaje a prueba. “Fue un poco como un momento de empoderamiento. Ella dijo, ‘Sí, puedes cortar el cabello!’”
El sr. Frugalwoods incluso hackeó su Sodastream para conectarlo a un tanque de dióxido de carbono de 10 kilos. Ahorro anual estimado: 461 dólares.
Hacer este tipo de cosas ellos mismos, cosas para las que no están capacitados, les obliga a aprender y entender cosas nuevas. (No les pregunten qué harían sin Google o YouTube.) Y resulta que toda esa experiencia ha sido una gran fuente de entretenimiento y satisfacción.
“Es un ciclo muy alegre, aprender una habilidad nueva y tener una nueva experiencia”, dice la señora Frugalwoods. “Se ha convertido en una especie de juego para nosotros y realmente disfrutamos el desafío.”
Además, con un presupuesto para entretenimiento de cero dólares, tienen el reto de crear su propia diversión.
“Realmente hemos creado sustitutos para cualquier cosa por la que solíamos pagar”, dice la señora Frugalwoods. Por ejemplo, en lugar de pagar por una cena en un restaurante de lujo Boston, preparan juntos una comida hecha en casa, ponen la mesa (una mesa de madera maciza de segunda mano por la que pagaron sólo 75 dólares) y disfrutan de una cena romántica a la luz de las velas. Luego, podrían optar por ver la televisión o una película de su colección, ya que no tienen Netflix y no han pisado un cine en seis años.
Los fines de semana, los encontrarás haciendo senderismo en las montañas, bebiendo cerveza y renovando una cómoda que compraron en una venta de garaje o en su patio trasero, preparando carne asada para sus amigos.
¿Qué pasa con las queridas aficiones que cuestan dinero? Para la señora Frugalwoods, eso era el yoga. En lugar de renunciar a ella o ir hacerlo sola y renunciar a la comunidad, llegó a un acuerdo con su estudio de yoga donde puede tomar clases gratuitas a cambio de hacerse cargo de la recepción.
Rara vez gastan dinero en cosas físicas, y cuando lo hacen casi nunca son nuevas. La mayoría de los muebles en su casa son de segunda mano. Su Honda Odyssey con “problemas cosméticos” tiene 19 años. La sra Frugalwoods no ha comprado ropa durante 17 meses, a pesar de tener un embarazo de cinco meses. (Ella ha recibido ropa de sus familiares y amigas.) Todo el cuidado del bebé está siendo pensado en torno del ahorro, también.
“Hemos renunciado a la idea de la perfección”, dice la señora Frugalwoods. “Hay un elemento de fantasía en nuestro estilo de vida.”
También hay un elemento de tenacidad. El señor Frugalwoods monta su bicicleta al trabajo durante todo el año, ahorrando en gasolina y en transporte público, lo que significa que enfrenta unas duras condiciones durante los inviernos de Boston. “Resulta que no hay sensación más eufórica en el mundo que pedalear a la oficina con tu bicicleta incrustada en el hielo para sentirte como un tipo duro”, dice el señor Frugalwoods. (Este año, los últimos montones de nieve de Boston no se derritieron hasta julio.)
Otra cosa a saber sobre los Frugalwoods: Les gusta hacer su propia investigación.
“Ambos somos planificadores muy serios. No hacemos nada sin tener en cuenta la forma en que va a funcionar en la realidad”, dice el sr. Frugalwoods.
Por ejemplo, la pareja recorrió más de 270 casas abiertas en los últimos años, disfrutando de la oportunidad de tomar paseos a través de diferentes barrios y ver las casas de otras personas. También aprendieron la jerga de bienes raíces y lo que buscaban en una casa, lo que resultó muy útil cuando estuvieron dispuestos a comprar.
En 2012, la pareja finalmente compró una casa en Cambridge, aprovechando las bajas tasas de interés para hacerse de una hipoteca a 30 años pagando 3.85% de interés. En ese momento, el mercado inmobiliario había tomado un respiro y ya que no había otros postores fueron capaces de negociar un precio más bajo precio al enlistado por la propiedad. Ellos lograron bajar 60,000 dólares (o 12,5%) del precio original de la casa, que era de 480,000.
“Fuimos compradores muy cuidadosos. Como en todo, investigamos a muerte y luego nos mudamos rápidamente”, dice el sr. Frugalwood.
Incluso investigaron sobre el tipo de perro que iban a adoptar y se decidieron por un galgo de carreras jubilado. El costo de manutención del perro es de 1,000 dólares anuales (un lujo, ellos lo admiten), pero es una raza que es de bajo mantenimiento y no requiere de muchos cuidados ni juguetes. Toman medidas preventivas como lavarles los dientes para evitar gastos considerables en el futuro y no la consienten demasiado, a menos que sea con disfraces hechos en casa.
Quizá lo más sorprendente de los Frugalwoods es que no tienen un presupuesto (“el gasto es como un gas: va a llenar cualquier espacio que le des”). Así que, en otras palabras, tener un presupuesto significa pensar en cuánto puedes gastar en cosas cada mes, los Frugalwoods se enfocan en lo poco que pueden gastar.
No llevan una calculadora al supermercado ni revisan obsesivamente sus hojas de cálculo, sino que gastan con deliberación casi minuciosa.
“Discutimos juntos cada compra”, dice la señora Frugalwoods. “Esta mañana hablamos de comprar desodorante, así que hacemos compras conscientes de incluso las cosas más pequeñas.”
¿La ventaja? Al tomar en cuenta las cosas pequeñas, tienen tranquilidad cuando piensan en las cosas grandes. Ambos podrían ser despedidos o perder su casa en un incendio y estar totalmente bien, me dicen con toda la calma.
También podrían retirarse en sólo dos años.
Sobre el retiro en el bosque
La pareja se ha dado cuenta de que tiene que trabajar hasta el 2017 y ahorrar lo más posible para retirarse y vivir de sus ahorros para el resto de sus vidas. Entonces van a apoderarse de 20 acres o más de tierra en el Vermont rural, pagando en su totalidad con dinero en efectivo, y dedicarse a la agricultura.
“Nuestro plan no exige que hagamos más dinero después de los 33 años”, dice él. “Eso es algo increíble.”
Lo siguiente que me dice es que no hacer nada de dinero es poco probable. “Me sorprendería que no hiciéramos un poco de dinero aquí y allá.”
Por ejemplo, el señor Frugalwoods planea continuar haciendo consultoría para su empresa actual e imagina que puede convertir su amor por la soldadura en un oficio. La sra Frugalwoods es una apasionada de la escritura y podría tratar de hacer algo de creación de contenido y edición desde la comodidad de su granja. En este momento, escribe en su blog a las 6 am antes de salir a la oficina.
“Ella bien podría escribir la próxima gran novela americana”, dice el sr. Frugalwoods. “Pero no tendrá que preocuparse de si el libro va a vender o no, podría hacerlo sólo para disfrutar de ello.”
Además de esos intereses que podrían generarles ingresos, hay un montón de cosas que la pareja espera poder hacer a su propio ritmo. La sra Frugalwoods planea sembrar un robusto huerto para producir sus propias frutas y verduras. El sr. Frugalwoods ama la astronomía y piensa construir un observatorio. (Su trabajo actual no le permite quedarse despierto toda la noche y dormir todo el día, bromea.)
“Tengo una lista muy larga que implica cosas que ocupan gran cantidad de espacio o un montón de tiempo”, dice.
También planean construir un departamento de alquiler o dos en su nueva propiedad para ofrecer en Airbnb. Ellos piensan que la proximidad del sur de Vermont con Boston y Nueva York y su gran cantidad de atracciones turísticas a lo largo de las estaciones –recolección de manzanas en otoño, esquí en invierno, senderismo verano, y la recolección de maple en primavera– les ayudará a mantenerlo rentado entre 55% y 65% del año. (Esto no es sólo un cálculo aproximado: el sr. Frugalwoods, el ingeniero de software de la familia, programó un algoritmo para cotizar propiedades en Airbnb en la región y creó una base de datos de propiedades y tarifas).
Este local también los pone a menos de tres horas de distancia de Cambridge y mantendrían la propiedad de la casa en la que viven actualmente.
En este momento se imaginan que podrían alquilar su casa de Cambridge por 4,000 dólares al mes, que es el doble de la hipoteca. Dependiendo de qué tan activo se mantenga el mercado de bienes raíces, piensan que podrían sacar hasta el triple de la hipoteca.
Los gastos cambiarán un poco en la granja. Anticipan pagar su seguro de gastos médicos ya que no van a tener uno a través de su empleador. También saben que formar una familia aumentará sus gastos pero como estarán en casa, esperan ahorrar en ciertos costos, como la guardería.
En definitiva, con la renta de sus propiedades y, potencialmente, un poco de ingresos adicionales, además del bajísimo costo de vida en general que implica la vida en una granja, esperan lograr cubrir sus gastos en el futuro previsible. Eso permitirá que sus fondos de jubilación sigan creciendo, intocados, en los años venideros.
“Yo creo que vivimos lo que consideramos una vida frugalmente lujosa”, dice el sr. Frugalwoods. “Vivimos muy cómodamente y tenemos todo lo que queremos.”
Fuente: Forbes