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La inflación personal permite conocer cómo influyen los precios de los productos en los que solemos gastar más y facilita conocer el rendimiento que requerimos para no sólo conservar el poder de compra.
El poder adquisitivo de nuestra moneda cae año tras año, con base en la inflación que actualmente se sitúa en 3.06 por ciento anual, pero esta variación no es un indicativo de nuestras finanzas personales, sino un reflejo de los precios y de la economía en su conjunto.
Para realizar un presupuesto personal o familiar más afinado, así como tener un cálculo más cercano a la realidad de los hábitos de consumo de cada persona y de esta forma beneficiar el panorama de inversión y ahorro, es preferible medir cuánto ha subido el costo de nuestra vida, es decir, medir la inflación personal.
Hoy en día, tanto el Museo Interactivo de Economía (MIDE) como el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) tienen simuladores de dicho indicador en sus respectivos portales.
Los resultados de dicho cálculo fluctúan entre 5 y 9 por ciento, en otras palabras hasta tres veces más que la inflación general del país.
Por tanto, puede ser engañoso considerar el dato global y no el relacionado con el patrón individual de consumo cuando realicemos nuestro presupuesto anual o queramos invertir en instrumentos que sólo otorgan el nivel del deterioro inflacionario.
Carlos González, director de análisis de Grupo Financiero Monex, explicó que como cada ciudadano tiene distintos hábitos de consumo, la medición de la inflación difiere, dado que los artículos que más se compran y los bienes y servicios que se consumen tienen mayor peso en la erogación personal, según su correspondencia con los subíndices.
De esta manera, el gasto que se realiza en alimentos, bebidas y tabaco representa el 23 por ciento del gasto total de las familias mexicanas; ropa, calzado y accesorios 6 por ciento; vivienda 26 por ciento; muebles, aparatos y accesorios 5 por ciento; salud y cuidado personal 9 por ciento; transporte 13 por ciento; educación y esparcimiento 12 por ciento, y otros servicios 7 por ciento.
Así, las personas que tienden a consumir más alimentos, bebidas y tabaco como proporción de su gasto total -subíndice que equivale a casi una cuarta parte del total-, se ven más afectadas cuando suben estos precios.
Roberto Rosales, economista del MIDE, mencionó que para un mejor detalle de la inflación es preciso desagregar cada subíndice y observar en qué bienes o servicios se gasta más y con las proyecciones a uno, cinco y 10 años considerar el volumen que ocuparán en los presupuestos y los niveles de ingreso.
El especialista mencionó que sin embargo, la medición no será tan precisa, ya que la referencia es la inflación actual y su tendencia no se alejará demasiado porque el Banco de México la ha mantenido baja y estable.
Agregó que la simulación es una medida que se tiene que acompañar de la realización de un presupuesto y de planes de gasto para regular las finanzas particulares o de la familia.
González de Monex, anotó que la medición del daño al poder adquisitivo es importante de considerar al momento de invertir,pues los rendimientos que dan algunos instrumentos financieros pueden ser superiores a la inflación general pero inferiores a la personal, lo cual daría como resultado, en el mejor de los casos, la conservación del poder adquisitivo.
“La vida personal es más cara que hace un año, de ahí que exista la necesidad de reducir los gastos hormiga y tener una mayor de diversificación en inversiones para conseguir mejores rendimientos”, finalizó el analista.
TIPS
Los detalles. Mientras más desagregues los subíndices más claro será el resultado, ocupa tiempo y sé minucioso.
El pronóstico. Estima la inflación al menos para un año y realiza tu presupuesto anual o mensual.
Largo plazo. Aunque actualmente tenemos un INPC bajo y estable, las estimaciones a un plazo mayor son más fieles.
La evaluación. Observa la proporción de cada subíndice y su resultado te dará idea del control de gastos que deberás llevar en ciertos rubros.
Medición. La inflación personal permite conocer cómo influyen los precios de los productos en los que solemos gastar más y facilita conocer el rendimiento que requerimos para no sólo conservar el poder de compra.
Fuente: El Financiero