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El trabajo del agente que encontró dinero y lo entregó brilla en un país que desconfía de sus autoridades. La mala fama no tiene sustento, defiende el agente que quería ser médico.
La honestidad de un policía se vuelve noticia en México
Sergio Soriano es policía pero quería estudiar Medicina. Las dificultades económicas a las que se enfrentó su madre —único sustento de su familia— le impidieron perseguir su vocación, así que por sugerencia de un amigo ingresó a las filas de la Policía del Distrito Federal, lo que al tiempo se volvió su pasión. Este sábado tuvo una prueba de fuego: halló una bolsa con 42.000 pesos (2.400 dólares) en el suelo de un estacionamiento. Sergio la devolvió y ganó al instante una fama de la que no gozan muchos de sus compañeros: la del policía honesto.
Los mexicanos suelen desconfiar de sus cuerpos de seguridad. Según la Fiscalía del DF, la mayoría de los policías capitalinos aprobó el más reciente control de confianza, pero en el caso de los agentes federales, al menos uno de cada cinco suspendió la prueba este año. La percepción de los mexicanos es el resultado de décadas de corrupción policial que han hecho que todos se sorprendan cuando un elemento cumple a cabalidad con su deber.
Pero esa mala reputación no tiene fundamento, según Sergio. “Yo he trabajado con compañeros altamente preparados, mejores que yo, que han hecho muchas proezas. Son personas honradas y muy honorables y he aprendido mucho de ellos. He trabajado con muchas personas pero no he visto un acto que sea malo”, asegura el agente de la policía bancaria.
Nacido en la ciudad de México hace 30 años, Sergio lleva nueve en el servicio público. Dejó inconclusos sus estudios de bachillerato así que antes de ingresar a la Secretaría de Seguridad Pública ayudaba en los negocios familiares: un microbús, un taller de serigrafía y otros comercios. Tiene una hermana menor que también es policía, inspirada y apoyada por él. Esto no hacía feliz a su madre, quien temía por el riesgo que corrían sus dos hijos, pero terminó por aceptarlo. “Se dio cuenta de todas las cosas buenas que me ha traído ser policía. Yo como todo joven era más renegado y aquí me enseñaron disciplina. No es sólo un trabajo, te cambia totalmente tu forma de vida”, confiesa Sergio Ángel en entrevista.
La notoriedad también llegó con este empleo, unos días después de su cumpleaños número 30. La noche del sábado 26 de diciembre, Sergio realizaba sus labores de vigilancia en el estacionamiento de una tienda departamental en Polanco, una de las zonas de más alto nivel económico en la capital mexicana, cuando encontró una bolsa de papel tirada en el suelo. Junto a ella, un bolso de mano con 42.000 pesos, identificaciones y tarjetas bancarias. El policía entregó la bolsa a personal del centro comercial y se volvió noticia por hacer su deber.
Soriano Buendía se crió en la colonia Ermita Zaragoza de la delegación Iztapalapa, en el oriente de la ciudad de México, que también tiene una mala reputación injustificada, según el policía. Tiene un horario de 12 horas de trabajo por 24 de descanso, aunque eso, como su salario (7.395 pesos mexicanos o 422 dólares, según la Secretaría de Seguridad) y su ubicación, es muy variable. En sus años de servicio los sucesos que ha visto le han robado el sueño, pero prefiere hablar de sus satisfacciones. “Sacar un ratero de la calle. Es una persona que está haciendo daño, que hoy va a atentar contra alguien. Se entiende que son personas, igual tienen familia, tienen derechos. Pero de todas formas es lo mejor para los otros. Por eso hay personas en la calle en las madrugadas sin miedo, jóvenes que salen de una fiesta y se pueden ir a sus casas caminando”.
Su aspiración es llegar a ser capitán, “para tener el mando y poder mejorar muchas cosas”. El primer paso será reinscribirse a la escuela para concluir el bachillerato y el siguiente es la licenciatura en Derecho. “La Medicina siempre me llamó la atención pero para lo que quiero se necesita estudiar Derecho”. Sergio no tiene hijos pero sí una novia, “lo estamos planeando, pero relax”, dice al respecto.
–¿Se va a casar?
“Pues ella dice que sí pero no me ha dicho cuándo”.
Fuente: El País